martes, octubre 11, 2011

Habemus pichichus



De mi parte, yo ya había concedido el sí. Felipe se atajaba con un "ya veremos". Estábamos esperando, quizá sin confesarlo, que él nos encontrara a nosotros. Y así fue. El lunes salimos con Joaquín a disfrutar del sol hermoso de la mañana en bicicleta. Paramos donde un hombre tenía muchos perros, Joaquín se baja a tocarlos y vuelve con los ojitos humedecidos y un pompón negro entre las manos: "Mami, me lo regaló..." A mí también me enamoró. Preguntamos tamaño futuro (nos prometieron que será chiquito, algo que dada nuestra supina ignorancia no podíamos ni siquiera refutar), lo consulté telefónicamente con Felipe y volvimos hasta con una moción de nombre: Pichí. Las nenas cuando lo vieron se desesperaron. Matilda lo acuna como si fuese un bebé, Rocío lo persigue y le dice "totúuuuuu" (como a la tortuga), a la tortuga no le gustó ni medio compartir el patio y nosotros... por ahora felices con el cachorrito.
Ayer creímos que era hembra, hoy Gabriela nos dice que no, que es varón... Y fuimos al veterinario con la lista de dudas que escribió Joaquín (excusa para un dictado) y nos olvidamos de preguntar qué es.... Igual, Pichí sirve para las dos.
Quién iba a decir que yo, que crecí sin perro, iba a estar tan feliz con la bolilta de pelos.

1 comentario:

Rossana Vanadía dijo...

Vas a ver Lau, vas a ver. Si es perra, para mí, es mejor, tienen un temperamento más tranqui y luego hay mètodos para que no tengan bbs. No la saquen a la calle hasta que no tenga todas las vacunas. Y la alegría será mutua, por mucho tiempo. Te felicito.