miércoles, enero 10, 2007

Un pescadito



Todos dicen que lo tengo que aguantar. A Joaquín no le gusta el agua, LO DESESPERA!!! Es que cuando apenas tenía dos meses y medio empezamos a ir a natación para bebés, como una forma de pasar el calor (entonces vivíamos en un departamento) y para disfrutar ese fantástico momento de pleno contacto y risas. Pero claro, un año y medio de pileta han hecho de mi hijo un verdadero pescadito. No hay forma de sacarlo del baño, de natación, de los charcos que deja la lluvia, del juego con vasos con agua. Piensa en agua. Sólo le faltan las aletas.

lunes, enero 08, 2007

¿Cómo pongo pausa?

La tecnología acorta distancias, nivela sectores sociales y acentúa la globalización a puntos asombrosos. Nada de eso es nuevo. Pero el fin de semana pasado lo sentí de manera directa. San Javier es un poblado bastante aislado de la provincia de Córdoba, a 170 kilómetros de la Capital, pero cruzando las altas cumbres. Allí los habitantes no llegan a 800 y el pueblo fue noticia hace unas semanas cuando se juzgó a Elizabeth, una jovencita que mató a su bebé producto de la violación a la que sometió su patrón durante más de una década. Durante el juicio, Elizabeth dijo que sintió dolores, se fue al baño y "le salió una cosa". Después se comprobó que nunca se enteró de que estaba embarazada ni nada de eso, una de las razones que le valió para ser absuelta.
El domingo caminábamos en familia por una de las calles internas de San Javier, donde hay muchos pobladores de la zona y no turista, cuando al lado nuestro cruzan dos chicos de unos 9 años y uno le pregunta al otro: "Che, cómo le pongo la pausa?" Miro y estaban con un MP3, que acá (como en todas partes del mundo) son cada vez más baratos. No sé si lo compró o no, cómo le carga música, nada. Pero estaba con una tecnología a la que yo, personalmente, accedí hace poco tiempo, en un pueblo donde una chica no supo detectar siquiera que estaba embarazada.
Hay paradojas que no entiendo.

jueves, enero 04, 2007

El "cuento" de Navidad


Estas fiestas de este año tuvieron un sabor muy especial. Fueron las primeras de "oficialmente" casada y las primeras que Joaquín, con sus dos añitos, esperaría con un poquito más de conciencia. Pero debo confesar que no alenté(amos) mucho eso del cuentito de que Papá Noel viene cargado de regalos (encima vestido como un oso cuando nosotros por estas latitudes soportamos 43° de sensación térmica y nos metemos 200 mil calorías con turrones de maní), ni del Niñito Dios, ni de los Reyes Magos, que deberían estar llegando mañana.
De chica, mi mamá nos dijo siempre otra cosa: que el Niñito Dios tenía tanto trabajo con repartir los juguetes a todos los niños del mundo que le había pedido a ellos que eligieran el regalo para nosotros y que nos lo dieran en nombre de él. La explicación la escuché años después: que ella de chica pedía cosas que nunca le llevaban, mientras que todos los chicos se despertaban con la sorpresa de que sí estaba lo que habían pedido.
Me parece una buena explicación, aunque tendrá que esperar un poco hasta que Joaquín entienda un poco más. Igual, el gordo recibió sus regalos, pero no le quedó muy claro de dónde vinieron...