En el jardín venían organizando la biblioteca ambulante. Cada nene aportó un libro y esta semana empezó a circular.
A nosotros nos llegó Galileo y las caleidoestrellas y la tarea es... leerlo en familia todos abajo de las sábanas, linterna en mano.
Así que vamos a estar muy ocupados estas noches. Please, no molestar!
miércoles, junio 24, 2009
domingo, junio 21, 2009
Esta soy yo.
viernes, junio 12, 2009
Generación panqueque
Ayer tuve el honor de compartir un almuerzo con Guillermo Jaime Etcheverry, autor del libro "La tragedia educativa". Ddebo confesar que, al igual que otros colegas, salí muy movilizada. Todos sabemos de la crisis del sistema educativo, pero una exposición tan prolija y fundamentada, con argumentos contundentes, hace pensar sobre qué escuela tenemos y qué estamos haciendo para tener una escuela mejor.
Les dejo algunos conceptos:
El pacto fundacional de la escuela, aquello de que "la escuela está para enseñar", está roto. Hoy los padres están aliados a sus hijos en contra de la escuela. Antes se iba a ver qué hizo mi hijo en la escuela, ahora vamos a ver qué le hicieron a mi hijo. Se ve a la escuela como un sistema de opresión.
Estamos criando una generación panqueque. Hay tanta abundancia de información, que creemos saber de todo un poco. Pero la instantaneidad hace perder la profundidad del pensamiento.
El maestro hoy tiene mucha técnica educativa pero poco conocimiento. Se cuestiona la “instrumentalidad” del conocimiento, el “para qué me sirve”. No todo sirve en el momento, lo que uno es y sabe se pone de manifiesto en cada acto que realiza, en cada decisión que toma. El maestro no tiene confianza muchas veces de lo que está enseñando.
La fugacidad nos afecta. Todo cambia tan rápido que nos preguntamos, ¿para qué enseñarlo? Puede ser, pero la base de la estructura no cambia. La educación es una inversión a largo plazo.
El 75% de los padres cree que la escuela en Argentina está mal. El 75% de los padres, a su vez, está conforme con la escuela de sus hijos. Ergo, la mayoría cree que se salva y que el problema le toca a otros.
La escuela no está cumpliendo la función de ascenso social que supo cumplir. A la escuela se va a compartir con los pares, de igual a igual, el pobre con el pobre, el rico con el rico. Recién en la universidad pública hay diversidad y se iguala.
La sociedad ha perdido el valor del esfuerzo. Aprender requiere de un esfuerzo. Estamos ante una pedagogía “compasiva”, decimos “pobrecito, se quedó el fin de semana a estudiar”.
Los humanos nos comunicamos con palabras. Hay generaciones nuevas con las que no podemos establecer un diálogo porque no comparten un código común que es la lengua que se enseña en la escuela. En Buenos Aires hay 850 mil jóvenes menores de 25 años que no estudian no trabajan; no hacen nada.
Se puede hacer algo. Hay que entusiasmar a los niños, leerles. La lectura es imaginación. Es volar. Hay que fomentarles el placer de aprender algo.
El docente cobra hoy como una empleada doméstica. Somos una sociedad hipócrita. Decimos que valoramos la educación, pero ¿qué diríamos si nuestros hijos, a los 17 años, nos dicen que quieren ser maestros?
Les dejo algunos conceptos:
El pacto fundacional de la escuela, aquello de que "la escuela está para enseñar", está roto. Hoy los padres están aliados a sus hijos en contra de la escuela. Antes se iba a ver qué hizo mi hijo en la escuela, ahora vamos a ver qué le hicieron a mi hijo. Se ve a la escuela como un sistema de opresión.
Estamos criando una generación panqueque. Hay tanta abundancia de información, que creemos saber de todo un poco. Pero la instantaneidad hace perder la profundidad del pensamiento.
El maestro hoy tiene mucha técnica educativa pero poco conocimiento. Se cuestiona la “instrumentalidad” del conocimiento, el “para qué me sirve”. No todo sirve en el momento, lo que uno es y sabe se pone de manifiesto en cada acto que realiza, en cada decisión que toma. El maestro no tiene confianza muchas veces de lo que está enseñando.
La fugacidad nos afecta. Todo cambia tan rápido que nos preguntamos, ¿para qué enseñarlo? Puede ser, pero la base de la estructura no cambia. La educación es una inversión a largo plazo.
El 75% de los padres cree que la escuela en Argentina está mal. El 75% de los padres, a su vez, está conforme con la escuela de sus hijos. Ergo, la mayoría cree que se salva y que el problema le toca a otros.
La escuela no está cumpliendo la función de ascenso social que supo cumplir. A la escuela se va a compartir con los pares, de igual a igual, el pobre con el pobre, el rico con el rico. Recién en la universidad pública hay diversidad y se iguala.
La sociedad ha perdido el valor del esfuerzo. Aprender requiere de un esfuerzo. Estamos ante una pedagogía “compasiva”, decimos “pobrecito, se quedó el fin de semana a estudiar”.
Los humanos nos comunicamos con palabras. Hay generaciones nuevas con las que no podemos establecer un diálogo porque no comparten un código común que es la lengua que se enseña en la escuela. En Buenos Aires hay 850 mil jóvenes menores de 25 años que no estudian no trabajan; no hacen nada.
Se puede hacer algo. Hay que entusiasmar a los niños, leerles. La lectura es imaginación. Es volar. Hay que fomentarles el placer de aprender algo.
El docente cobra hoy como una empleada doméstica. Somos una sociedad hipócrita. Decimos que valoramos la educación, pero ¿qué diríamos si nuestros hijos, a los 17 años, nos dicen que quieren ser maestros?
lunes, junio 01, 2009
25 de mayo
Este post viene con una semana de atraso. Pero sirve para contarles que estamos muy contentos con la escuela de Joaquín. Fuimos toda la flia a nuestra PRIMERA fiestita del 25 de mayo, y nos pareció súper original: los chicos tenían que ir con alguien de la familia y todos pasábamos por diferentes postas. Así, había que bailar el candombe con instrumentos, carrera de embolsados, pasear con "caballitos", una zamba con aros en el piso, dibujar, recortar y pegar las manos nuestras en una bandera gigante, comer pan casero con dulce de leche....
Salimos encantados y, por supuesto, Matilda disfrutó como la número uno, jejee.
Este viernes tenemos que contarles un cuento a los chicos de la salita. Hace 10 días que venimos preparando vestuario y escenografía, porque claro, para hacerlos los artistas los dos somos mandados a hacer...
Salimos encantados y, por supuesto, Matilda disfrutó como la número uno, jejee.
Este viernes tenemos que contarles un cuento a los chicos de la salita. Hace 10 días que venimos preparando vestuario y escenografía, porque claro, para hacerlos los artistas los dos somos mandados a hacer...
Pregunta incómoda
-¿Cuándo te vas a morir mamá? Yo no quiero que te mueras. ¿Quién se va a morir primero?, nos interroga con esos ojitos brillosos, apostado en el medio de nuestra cama.
La pregunta inmoviliza, sorprende, duele. Te hace trastabillar por dentro, no sólo por la certeza de la muerte, sino por el temor de que nos lleve demasiado temprano, que queden desprotegidos, que no los podamos disfrutar.
Rápido ahuyento los fantasmas. "Nooooo, falta muchísimo para eso, vos no te preocupes, que vamos a ser muy muy viejitos cuando eso pase".
Asunto cerrado. Igual, duele la pregunta, no?
La pregunta inmoviliza, sorprende, duele. Te hace trastabillar por dentro, no sólo por la certeza de la muerte, sino por el temor de que nos lleve demasiado temprano, que queden desprotegidos, que no los podamos disfrutar.
Rápido ahuyento los fantasmas. "Nooooo, falta muchísimo para eso, vos no te preocupes, que vamos a ser muy muy viejitos cuando eso pase".
Asunto cerrado. Igual, duele la pregunta, no?
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