
De todas las películas que Joaquín tiene (no hay cable en casa), hay dos que a Matilda la atrapan: Mi vecino Totoro y Horton y el mundo de los quién.
Es un espectáculo verla: se las devora, se ríe al compás del personaje, se enoja cuando llegan los títulos del final y corre la cabeza para seguir mirando si vos te parás al frente de la tele. Da tanta cosita verla absorta que el pediatra me tuvo que tranquilizar. "Es como escuchar un cuento cientos de veces, no les hace mal ni crea dependencia", alivió.
Totoro es la historia de una especie de "cuidador" invisible del bosque que nadie ve, excepto dos hermanitas que tienen la mamá internada en un hospital y que viven con el papá. Mei, la más chiquita, es igual a Matilda.
Y Hortos es un canto a la imaginación, al dejarse llevar, al soñar, al pensar que no somos los únicos y que las utopías existen en la medida en que creemos en ellas.

Todos en casa llevamos vista, fácil, arriba de las 200 veces cada una. Las recomiendo, son bellísimas.