martes, mayo 06, 2008

Tres años, ocho meses

Joaquín tiene una sola preocupación en su vida: jugar. Juega absolutamente todo el tiempo. Y se empeña tanto en cumplir su objetivo, que ni siquiera se permite perder tiempo en otra cosa que no sea jugar. Por eso, no tiene berrinches ni se empaca. Claro, jugaría menos.


Está en una edad que es una delicia: charla hasta por los codos y escucharlo es disfrutarlo. Imposible no matarte de risa con sus conclusiones, con sus podqué cada 10 segundos, con sus invitaciones a jugar, con sus canciones divertidas, con las historias que se arma con los autos. Incluso ahora le cambia las letras e incluye las cosas que estamos haciendo. Un personaje.
Cuenta los números, pero salteado, los repite. Y sigue concentrado, convencido de que es así. Los autos lo apasionan: carreras, filas, casas de bloques para los autos, trenes... los pega con cinta, les cantamos el feliz cumpleaños, los tira por alguna pista. Para caminar por casa hay que ir con los ojos pegados al piso.
Le encanta que le cuente cuentos hasta dormirme y que el Ipe le haga aviones "mosquito" y de todas las variedades. Le gusta participar en todo lo que hagas: lavar platos, romper huevos, cambiar pañales, sembrar plantines, meter la ropa en el secarropas...

Es, básicamente, dócil. Pese a sus tres años, hay cosas que se pueden negociar y si es no, entiende. En casa no hay cable y no se ve TV de aire, sólo películas. Creo que eso tiene algo que ver en ese afán de exigir que Joaquín no tiene.
Los martes y jueves nos hemos reservado un rato a la mañana para ir solos a natación. Estamos aprendiendo a andar en bici sin rueditas y el otro día salimos los dos y pedaleamos por hora y media. Yo lo veía delante mío, con casco, y me parecía tan grande y tan chiquito a la vez! Conversa como un grande pero se le iluminan los ojitos cuando le llevás la mamadera que convenimos en dejar cuando llegue el cumple de cuatro. Yo me acurruco a su lado y lo oigo respirar como cuando era bebé. Esquiva que lo llene de besos, pero a la madrugada me llama a veces y me pide "quedáte un shatito conmigo".


Ama a su hermana, espera que le dé la teta y cuando termino, se viene upa mío. Cuenta "un, dos, tres" y a coro todos les decimos "te queremos Mati", cantando. Una idea de él.
Le encanta que hagamos cosas como cómplices. Por ejemplo, la chupina los viernes, que yo tengo franco. Hacemos otra cosa y no vamos a Bambú. "La seño pregunta ¿dónde está Joaquín?", le digo y se mata de risa con ese brillo en sus ojos grandes llenos de vida.
Y a veces le digo algo como "pero hijito, te dije que...." y él me corta y me dice: "Me encanta que me digas hijito". Y no sigo más porque me derrite.

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