Vamos a menudo a la granja. Y, como pasa siempre en la vida, nos encontramos con los mismos amigos de siempre. Nosotros no somos siempre los mismos, pero el jugo a la vida se lo seguimos tomando a borbotones, todos los días.
Joaquín, con su amigo allá por 2009; y ahora en 2011.
La brujita con su sobrina, y ahora con su hijito...
La abuela mimando a Matilda, y repartiendo esos besos intensos también a Rocío.
Matilda husmeando secretos del vecindario con las gallinas...
Y preguntando ahora cómo les fue de amores en los últimos dos años.
domingo, octubre 23, 2011
martes, octubre 11, 2011
Habemus pichichus
De mi parte, yo ya había concedido el sí. Felipe se atajaba con un "ya veremos". Estábamos esperando, quizá sin confesarlo, que él nos encontrara a nosotros. Y así fue. El lunes salimos con Joaquín a disfrutar del sol hermoso de la mañana en bicicleta. Paramos donde un hombre tenía muchos perros, Joaquín se baja a tocarlos y vuelve con los ojitos humedecidos y un pompón negro entre las manos: "Mami, me lo regaló..." A mí también me enamoró. Preguntamos tamaño futuro (nos prometieron que será chiquito, algo que dada nuestra supina ignorancia no podíamos ni siquiera refutar), lo consulté telefónicamente con Felipe y volvimos hasta con una moción de nombre: Pichí. Las nenas cuando lo vieron se desesperaron. Matilda lo acuna como si fuese un bebé, Rocío lo persigue y le dice "totúuuuuu" (como a la tortuga), a la tortuga no le gustó ni medio compartir el patio y nosotros... por ahora felices con el cachorrito.
Ayer creímos que era hembra, hoy Gabriela nos dice que no, que es varón... Y fuimos al veterinario con la lista de dudas que escribió Joaquín (excusa para un dictado) y nos olvidamos de preguntar qué es.... Igual, Pichí sirve para las dos.
Quién iba a decir que yo, que crecí sin perro, iba a estar tan feliz con la bolilta de pelos.
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